Archivo de la categoría: Rough cut

La cabaña del terror (2012), y qué si es otra «de miedo»

Por Alan M.

El terror es un género cinematográfico en el que es difícil innovar. Las fórmulas que lo rigen han sido usadas múltiples veces, entonces aunque no se haya visto ninguna película de la serie de Halloween, Viernes 13 o La másacre de Texas, todos sabemos qué esperar de ellas, sabemos que si entramos al cine a ver algo con la palabra «terror» en su título nos atenemos a una serie de manidos recursos. Cada tanto aparece alguna película más o menos rompedora, luego los sucedáneos desfilan en cartelera y contribuyen al agotamiento del género. Es en ese contexto donde milagrosamente La cabaña del terror encuentra un espacio para respirar.

Este abuso de las reglas autoimpuestas ha dado incluso a parodias francas como es el caso de Scary Movie o al juego con ellas en Scream. Es curioso ver cómo el terror de pronto comenzó a relacionarse con la comedia, incluso en franquicias «serias», como es el caso de Viernes 13 o Child´s play. No nos asusta más el tipo con la máscara de hockey, entonces al menos que nos haga reír.

En La cabaña del terror los arquetipos están ahí: la rubia tonta, el deportista héroe, el raro de la clase, el estudiante negro, la chico inocente -virgen-. Tenemos también una cabaña incomunicada en medio del bosque, la advertencia de un lugareño misterioso, la marihuana y el sexo. Da un poco lo mismo, entonces, el motivo del terror, hace mucho que los zombies dejaron de ser lo que eran para Romero, los vampiros ya no son una metáfora de la violación, los extraterrestres ya no significan la amenaza velada de un país enemigo, en las películas modernas el terror significa ver sangre, ver cumplir el plan que esperamos, esperar que al menos la forma en la que mueran los personajes en turno sea imaginativa -ahí está las sagas de Destino Final y Saw como muestra.  Impagable la burla abierta al terror japonés, esa promesa incumplida de un nuevo aire en el género tan popular en los primeros años del milenio, quizá el mejor momento de la película esté en esa referencia. Pero también ahí están las cámaras omnipresentes -quizá una consecuencia de ese otro género inaugurado con El proyecto de la bruja de Blair-.

Lo que queda en este mashup, en los vuelcos vertiginosos y en el guión maravilla de La cabaña del terror es una reflexión sobre el género mismo. Ese en donde el espectador puede reír cuando le cortan el brazo a alguien, o peor aun, puede jugar con su celular, platicar con el de junto, elegir ignorar lo que pasa en pantalla que, sin embargo, ahí está en algún plano terrenal. Puede ser que nos hayamos vuelto algo cínicos, puede ser que el  miedo no vaya tanto por el terror tangible -ese de una familia de rednecks caníbales o del payaso asesino o del animal monstruoso salido de una selva sudamericana; tampoco está en esos modernos terrores de una sociedad tecnificada en donde la inteligencia artificial cobra vida o en donde una corporación prepara espectáculos basados en la matanza por la matanza -caso Hostal-; ni siquiera en el terror sobrenatural de niñas fantasmas o demonios atraídos por artefactos ancestrales. Entonces uno se preguntaría, cuál es el atractivo de ver una película del género:  lo único cierto es que bajo todas esas capas, todas esas formas, hay un terror primigenio, bruto, terrible, peligroso, total y, por tanto, enteramente disfrutable.

Rough Cut: My Dog Tulip (2009), la poética de lo escatológico

Por Mario NC

Aunque les parezca difícil de creer, debo decir que no me considero un amante de los perros. Dicho lo anterior, aclaro que no los odio y, en definitiva, tampoco creo en esos estereotipos que los pintan como babeantes retrasados mentales. El perro es por antonomasia el animal doméstico más importante de la civilización humana. Razón que nos ha llevado a representarlos en el arte y la literatura de numerosas formas.

Lo que sigue es bastante discutible, pero creo que la versión más icónica del «mejor amigo del hombre» sigue siendo la presentada por Disney en los 101 Dálmatas. Memorable villana aparte, la película nos muestra al perro como un animal antropomorfizado, higiénico, leal y heroico, combinando la ternura post-Bambi con el imaginario heroico de Rin Tin Tin. Y hay que decirlo, cualquiera que haya tenido un perro en algún momento de su vida estará de acuerdo conmigo en que este retrato idílico está muy lejos de la realidad.

Si intentáramos crear una visión «realista· de lo que significa ser dueño de un perro, entonces el resultado sería algo como My Dog Tulip (2009). Basada en las memorias del autor queer J. R. Ackerley y animada en su totalidad por el director Paul Fierlinger y su esposa bajo un escaso presupuesto, ésta pequeña película animada refleja con honestidad la realidad del mundo animal. Porque no podemos darle vueltas al asunto, por más que intentemos darles rasgos humanos, por más compleja que sea la psicología «perruna», la realidad es que los perros (como cualquier otro animal, incluido el ser humano) centran toda su existencia alrededor de los tres grandes actos de supervivencia: comer, cagar y coger. Y es a través de esta aparente simpleza, de esta dualidad de lo escatológico como pureza espiritual, que Ackerley crea un vínculo con su perra Tulip (descrita como una total bitch). Un vínculo que es imposible de encontrar en otro ser humano. De esta forma, el ocaso de la vida de Ackerley es enmarcada alrededor de la honesta lealtad de la necia (como una mula) perra Tulip y sus peripecias fluido-corporales descritas de forma obsesiva y repetitiva a lo largo del todo el metraje. Al final, el perro es el recuerdo ancestral impoluto del instinto y el placer, de lo que perdimos al pasar de la naturaleza a la civilización.

Es evidente que Fierlinger trabajó con recursos limitados. La animación es por momentos abstracta, incompleta, dando un efecto impresionista que intercala movimientos casi fotorealistas con secuencias realizadas con garabatos (es decir, bolitas y palitos)  para representar diferentes tonos y atmósferas. Por ejemplo, casi todas las escenas que tratan sobre la vida reproductiva de Tulip son realizadas en el segundo estilo y son, por cierto, los momentos mas graciosos (Tulip es dibujada con vestido virginal y actitud infernal). La narración del legendario Christopher Plummer eleva exponencialmente el humor absurdo y muy británico de la cinta, dotando al resultado final de una elegancia que pocas películas animadas pueden presumir hoy en día.

My Dog Tulip es una película difícil de describir o recomendar. Es el ejemplo perfecto de una animación para adultos: es excéntrica, desigual y no es para todos los gustos. Es una curiosidad que vale la pena ver, al menos una vez. ¿Se la recomendaría a los amantes de perros? Es una buena pregunta y creo que no tengo la respuesta. Es hora y media de floridas descripciones de caca y perros en celo. Ustedes decidan.

Rough cut: Total Recall (2012), los lamentos de un lector

Por Alan M.

Esta es una breve nota sobre el filme Total Recall, remake de la cinta homónima de 1990 estelarizada por Arnold «todos tienen que copypastear mi apellido» Schwarzenegger, ahora con Colin Farrell como protagonista. Hay que decir un par de cosas antes de entrar en tema: Uno. Me dormí durante una parte del visionado, esto debería ser suficiente para desistir de poner tres líneas seguidas al respecto, pero peores incoherencias se hacen a diario en muchos lugares . Dos. Soy un gran fan del cuento en el que ambas películas se inspiran, Lo recordaremos por usted perfectamente, una muestra del buen hacer de Philip K. Dick, sé que esto no debería interferir con lo que una reseña debe ser, pero insisto, peores cosas se cometen a diario. Dicho esto, ahí vamos.

Douglas Quaid, empleado de una fábrica en un mundo distópico, sospecha que puede ser un espía después de visitar Rekall, una agencia que le implanta a sus clientes recuerdos falsos para que «vivan» experiencias que jamás podrían tener normalmente. Algo sale mal en el proceso y Douglas tiene que huir de unos agentes que comienzan a perseguirlo.

La película original era ya de por sí mala, pero tenía un encanto todavía del cine de acción de los ochenta, tonta, pero divertida. Esta nueva película, si bien tiene algunas referencias a aquella, tiende a tomarse más en serio a sí misma y falla en el proceso. Las actuaciones son correctas sin merecer mayor comentario, la dirección de Len Wiseman -responsable de un par de películas de la saga Underworld y de la cuarta entrega de Die Hard– también cumple sin más.

Es en su guión donde Total Recall no emociona al espectador. La trama pretende incluir algunos tópicos que resultan manidos, pero es lo único de donde podemos extraer una suerte de sentido a la historia. Es una lástima que se enfoque más en ese «vamos a liberar al pueblo oprimido» que en los vericuetos que el cuento de K. Dick ofrecía y que ya son de por sí bastante complicados como para no aburrir a nadie.

Hay que admitir que las secuencias de acción son imaginativas, pero están mal hiladas, muy pronto la película se convierte en una interminable persecución que da paso a otra persecución. Cuando llegamos al acto final, y a su presunto espectáculo, la sala entera está dormida -o al menos yo estoy dormido-. Una lástima si tomamos en cuenta el potencial de la trama original y lo bien que funcionaba la película anterior. Con todo, no creo que Total Recall sea necesariamente una película espantosa, su dirección de arte es hermosa, o eso diría si no hubiera visto nunca Blade Runner, se agradece igual.

En este caso es mejor quedarse con las cosas originales, y ni siquiera me refiero a la película de 1990, sino al vilipendiando cuento del maestro K. Dick. En esas estamos.

Rough cut: Los juegos del hambre (2012)

Por Alan Márquez

Ya terminada la saga cinematográfica de Harry Potter, además de pronto hacer lo propio la de los odiados vampiros de Crepúsculo, era necesario encontrar una saga dirigida a ese target –tanto para la industria editorial como para aquella productora que se apuntara la correspondiente adaptación a la pantalla. Los juegos del hambre es la primera de cuatro películas basadas en la obra literaria de la autora estadounidense Suzanne Collins,  la película ya rompió algunos records de taquilla y sigue llenando salas de cine en todo el mundo, algo afortunado para una cinta que resulta interesante, no solo como un mero entretenimiento, sino también como una crítica inteligente e incluso siniestra a los medios de comunicación y de gobierno.

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Ambulante 2012 – Ríos de hombres (2011), qué flojera da investigar

Por Alan Márquez

Ya comienza la séptima edición del Festival Ambulante en la ciudad. Hoy, 22 de marzo, se llevó a cabo la inauguración del mismo y la película elegida para tan magno evento fue Ríos de hombres del regiomontano Tin Dirdamal. Desde aquí deseo que las películas a proyectar durante los próximos días sean mejores que este fallido, por decir lo menos, documental.

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Los Labios (2010)

Por C.M.

Poster

Para mí, Internet es una herramienta, algo que puede ser útil pero también dañino (probá darle con un martillo a tu cabeza y no a un clavo). Para otros, es un fiel amigo (?) y elemento vital en su día a día: enajenante, absorbente. O fuente de trabajo, en fin, puede tener diversos usos y desusos; depende del que le demos, como casi todo lo potencialmente usable. Nos permite acceder a música, películas, libros, notas, archivos, noticias, porno, mercado, fotografías, etc, etc, etc, etc… información que de otro modo no podría llegarnos o muy difícilmente hallaríamos en determinados casos.

Llegué a Los labios haciendo una ronda trailera (por trailer) de la selección de Cannes “Un certain regard” 2010. Luego casualmente la encontré en la cartelera alterna (bastante nutrida) de los cines porteños (entiéndase «porteño» como perteneciente o relativo a Buenos Aires capital). De hecho fue en esta ciudad donde tuvo su debut, al presentarse en el BAFICI (Bs. As. Festival Internacional de Cine Independiente) de dicho año.

El filme presenta el viaje y estancia de tres mujeres en un pueblo de Santa Fe (provincia al norte de Argentina), San Cristóbal, al que arriban para hacer labores de trabajo social con las familias del lugar. Después de un rato uno se pregunta qué tan mal deben estar los gobiernos que se autoproclaman democráticos como para requerir un organismo que regule algo que llaman asistencia social. Eso o habría que comenzar a replantear la definición de democracia y sus múltiples aplicaciones estatales.

Como uno podría imaginar partiendo del título, la película, dirigida por Santiago Loza e Iván Fund, es bastante silenciosa en términos convencionales pues la expresión no sólo labial sino de los rostros en específico es central. De ahí que el primer plano sea uno de los recursos más recurrentes en pantalla pues son los rostros quienes “hablan” al espectador aunque mucho no alcancemos a comprender, como sucede en la vida diaria y cotidiana cuando cualquier persona entra en contacto con otras a través de la mímica, los gestos y movimientos corporales.

Una de las cosas que más llamó mi atención en el filme fue una visión que denota cierta cercanía con la manera en que se viven los hechos intersubjetivamente, lo que podríamos llamar “naturalidad” en el plano social, que no normalidad. Esto desde luego no es fortuito dada la relación del filme con la vida real.

La trama resulta bastante sencilla aunque hacia el final queda cierto halo de misterio, como un cuadro irresuelto que no deja ver su dimensión más profunda.

Las mujeres se levantan temprano, visitan a las familias, hacen entrevistas a los padres (usualmente sólo uno las atiende en casa), interactúan con los niños, los pesan y hacen anotaciones. Después regresan a un hospital abandonado donde la municipalidad las instaló antes de mandar su derrumbamiento (esto sigo sin explicármelo), cenan, toman mate y duermen. A veces pernoctan en un bar de la ruta donde comen parrillada y toman cerveza.

Hacia mitad del filme podemos escuchar una voz en off femenina que enuncia el registro de su investigación, contabilizando las embarazadas en urgencia, niños con desnutrición o enfermedades diversas que padece la comunidad, así como la falta de agua potable y demás recursos.

Las actuaciones de las chicas –premiadas en el festival de Cannes ya mencionado– son las únicas de la película pues las personas interrogadas no siguen ningún guión: hablan de aquello que viven: analfabetismo, desinformación, desempleo y demás carencias sociales.

He leído algunas críticas que consideran que Los labios no intenta demostrar una postura crítica respecto a las condiciones precarias en términos de salud del pueblo –como lo hacen ciertos documentales– pero opino diferente. Si bien los ojos del espectador son los que definen la posible crítica a desarrollar partiendo de tales imágenes, creo que el hecho de ya haber tomado tal realidad para desarrollar una ficción nos dice algo. Esto no garantiza que el espectador piense o se pregunte sobre las condiciones de la realidad dada en la obra cinematográfica, lo más común es que se limite a las problemáticas planteadas en la historia pensándola como historia y no como manifestación no-ficcional de lo filmado. Es decir, realizar una separación entre arte y vida como si el arte fuera un producto inmanente, siendo que no podemos negar su condición como hecho social a la vez hecho autónomo.

Sin ahondar en el transfondo provinciano de Argentina, pienso que si los realizadores hubieran querido concentrarse únicamente en la problemática sociopolítica hubieran hecho un documental y no fue así. Quiero decir que no es una cosa ni la otra, de ahí que cueste trabajo encajar las convenciones del género ante las obras artísticas, las cuales suelen quedar apretujadas hasta que rompen los cajones de la crítica.

¿Puro entretenimiento o difusión informativa para crear conciencia y denuncia? ¿podemos dividir las creaciones artísticas de manera tan tajante o suponer que tales efectos se excluyen entre sí?

De modo que a mí me hizo cuestionar por todo aquello que provoca las condiciones de esas familias humildes e inmediatamente la pregunta “¿qué puedo hacer?” me taladraba por dentro. Mientras otros podían pensar “qué rara película, tan silenciosa” (escuché esto en el baño al salir) y aún así no podemos decir que las opiniones se hallen en contraposición.

Comprobamos así los distintos ángulos con los que podemos abordar el cine (o el arte), porque es cierto, muchas veces nos dispararnos a horizontes que los realizadores no sospecharían siquiera y otras veces entendemos un mensaje completamente distinto a lo pensado. Me parece imposible dictar sentencias en este sentido… como en todos.

Debo remarcar el genial papel de la banda sonora, las actuaciones de las tres mujeres y celebrar la escena final.

Dejo los cortos disculpándome de antemano con el lector interesado en verla: no sé de qué manera es actualmente conseguible.

Cosa curiosa: las reseñas o notas argentinas dejan claro que esto no es un documental, en cambio en la ficha de Cannes se califica como «documentary»

¿Sorprendente? (pensemos en la consideración de los estudios postcolonialistas estadounidense respecto al género testimonial como único válido partiendo de Latinoamérica)

Rough cut: Cobra Verde (1987)

Por Mario NC

Aunque Werner Herzog ha tenido una larga y fructífera carrera en múltiples géneros y medios (cortometrajes, documentales, etc.), su mayor aportación a la historia cinematográfica han sido las cinco aportaciones que realizó con el legendario actor alemán Klaus Kinski, entre las que destacan Aguirre, la ira de Dios (1972) y Nosferatu: el vampiro (1979). Sin embargo, es la última de éstas, titulada Cobra Verde (1987) y realizada cuatro años antes de la muerte de Kinski, la obra más desconcertante de Herzog, al grado que todavía continúa dividiendo a críticos y fanáticos por igual.

La historia del bandido Cobra Verde, siempre movido por emociones presentes y el desdén hacia el ser humano,  lo llevan a ser ladrón, traficante de esclavos y líder revolucionario. Viajando de Brazil y luego hasta el otro lado del mundo, su existencia ambigua y visceral es representada en una trama extremadamente simbólica y por momentos metaficcional, donde los close-ups y los diálogos de los personajes parecen atravesar la pantalla como si se dirigieran en un halo de complicidad con la audiencia. Hay una escena de connotaciones bellísimas, mi favorita de todo el metraje, en la que un grupo de esclavas negras aparece para ofrecerle una danza al peligroso bandido. De forma curiosa, la sonrisa cándida y sensual de la danzante principal, en oposición a su cruel destino como objeto desechable, se posa en la cámara, invitando al espectador a ser partícipe de su danza mágica y sugerente.

Con una fotografía hermosa del checo Victor Ruzicka y filmada en locaciones reales en Latinoamérica y Africa, Cobra Verde resultó una de las filmaciones más complicadas de Herzog y que además significaría el fin de la fructífera y complicada relación del director con Kinski (anécdotas que irían a parar al  documental de culto, My Best Friend Fiend (1999), sin duda la piedra angular de este filme, cuya interpretación trasciende cualquier idea preconcebida que se tenga sobre el oficio actoral, alcanzando en el proceso un estatus casi mítico. Extraña y bastante impenetrable, Cobra Verde es Herzog/Kinski en estado puro.

Rough cut: 50/50 (2011)

Por Mario NC

Basada en las experiencias del guionista Will Reiser y su amigo y productor Seth Rogen, 50/50 (2011) es una pequeña dramedy (sin fecha de estreno en México, pero ya disponible en DVD) que llamó mucho la atención de la crítica el año pasado, en particular por su tono y forma de tratar un tema tan delicado y riesgoso (para Hollywood, al menos) como lo es el cáncer.

Interpretado de forma excepcional por Joseph Gordon-Levitt*, el protagonista de 50/50 nos muestra el difícil proceso (psicológico, físico y emocional) que conlleva el aceptar lo que puede ser una muerte inminente. Pero sobre todo, más que analizar al cancer como enfermedad, la película nos muestra los efectos del paciente en las personas que lo rodean.

Dirigida de forma bastante sobria y olvidable por Jonathan Levine, la base de la efectividad del filme recae en las actuaciones. Pero quizás el aspecto más sobresaliente de la producción es que el trabajo de Gordon-Levitt  se vea eclipsado por los secundarios: Seth Rogen está increíble, matizado y sutil sin dejar su ya característico sello de white douchebag, mientras que Anna Kendrick demuestra porque es la actriz joven más genial del planeta, dotando de una naturalidad inusitada al personaje de una psiquiatra media friki (y obvio interés amoroso del protagonista).

Ante todo, la película funciona porque toma un tema complicado y lo plasma en la pantalla de forma honesta, sin caer en el melodrama (aunque por momentos lo alcanza) y con una dosis inteligente de humor negro que nunca raya en lo superficial. Hollywood tiende a usar al cáncer como estratagema superficial para la venta de kleenex a señoras solteronas, pero aquí el tono es consecuente y bastante arriesgado. Su final es quizás un poco criticable, pero es claro que la intención del filme es plantear un relato positivo, a veces incómodo, a veces cursi, con el que cualquiera se puede identificar: sólo se vive una vez. Y el resultado funciona, fuciona muy bien.

*Quiero aprovechar este espacio para declarar, aunque no sea gay, mi amor platónico por Gordon-Levitt. Es mi ídolo y creo que será uno de los grandes de nuestra generación. Joseph, llámame.

Rough cut: Los descendientes (2011)

Por Mario NC

Alexander Payne es un director interesante que ha ganado numerosos adeptos en la última década. Su cine describe de forma incisiva las contradicciones y vicios de la sociedad estadunidense con ingenioso humor negro (como en la excelente Election, protagonizada por Matthew Broderick). Sin embargo, a partir de Las confesiones del Sr. Schmidt (2002), Payne desarrolla una especie de trilogía cuyo hilo conductor son las historias de hombres viejos o de mediana edad, emocionalmente dañados y con un miedo latente hacia el futuro. Tríada de películas que continúa con la brillante Entre copas (2004) y que cierra (espero) con Los descendientes (2011), la más débil y fallida de las tres.

Y el problema no es tanto que esté mal filmada (al contrario, es impecable) o que sea aburrida, sino que al igual que otros directores, Payne parece estar atorado en una «fórmula» que ya se siente predecible y repetitiva, que bebe demasiados tópicos del cine de la era post-little-miss-sunshine: parábolas sobre familias disfuncionales, con personajes excéntricos y una combinación desigual de humor y melodrama, a partes iguales.

Dicho lo anterior, el casting en general es bastante redondo, aunque no hay una interpretación que destaque o sea particularmente memorable. La muy publicitada y multi-premiada actuación de George Clooney es correcta y nada más, aunque ésto se debe a que el personaje que interpreta es demasiado plano y olvidable. En cambio, las breves apariciones de Beau Bridges y (no puedo creer que estoy escribiendo esto) Mathew Lillard  son fantásticas.

Mi problema con la película es que es demasiado frívola y superficial en lo que está contando. Sin la mala leche de Entre copas (2004) o el tono tan deprimente de Las confesiones del Sr. Schmidt (2002), Los descendientes nunca puede trascender las limitantes de un superficial guión típico de Hollywood que versa sobre gente blanca rica con problemas de gente blanca rica que a nadie le importan. Justificada, a priori, como un retrato realista de Hawaii y sus habitantes, la película se queda a medias, repleta de subtramas e ideas que nunca cuajan, forzando a la audiencia a involucrarse en un conflicto que ya se ha contado antes y de formas mucho más interesantes. De hecho, lo más irónico del caso es que una película como Lilo y Stitch (de Disney, de dibujos animados, para niños, con extraterrestres como villanos) nos muestra una visión mucho más sincera sobre Hawaii y la pérdida de la familia (¡No me juzguen! Que algo de razón tengo, digo, al menos la del alien dientón se centra sobre personas comunes y corrientes, en vez de multimillonarios solitarios) que este supuesto relato adulto, que incluye cosas como niños que dicen palabrotas, infidelidades y personas en coma y que se venda como crítica social.

A lo anterior hay que agregarle algunas decisiones cuestionables de parte del director, tales como un ritmo y tono desiguales o la innecesaria inclusión de la voz en off de Clooney; la cual, por alguna razón, es muy prevalente en los primeros treinta minutos, para luego desaparecer y regresar en el último tramo, como si el director se retractará al último momento. Y aunque no arruina la experiencia, sí es en extremo molesta en un par de escenas, ya que asume a la audiencia como una bola de monos idiotas (la primera secuencia, por ejemplo, es perfectamente entendible sin Clooney explicándonos su dilema existencial). A pesar de ello, la película es más o menos entretenida y Payne la rescata de la mediocridad con escenas y momentos logrados. Además, la banda sonora, repleta de música hawaiana tradicional, es deliciosa.

NUEVA SECCIÓN: Rough cut

Continuando con la renovación/resurrección del blog hemos decidido crear dos nuevas secciones para darle, por así decirlo, un segundo aire a Cinematopo. La primera de éstas la nombramos como Rough cut.

Rough cut es el término cinematográfico que designa la segunda etapa de la edición fílmica. Es, en pocas palabras, el momento en que la película empieza a tomar forma, como un primer borrador (si habláramos en términos literarios) que todavía requiere modificaciones y correcciones. Siguiendo esta logica, la sección de Rough cut incluirá reseñas breves, de 3 a 5 párrafos de extensión, que pueden o no convertirse en reseñas extensas en el futuro. En este sentido, deseamos que los lectores las consideren como comentarios hiper-cortos de las películas que vemos.

Esperamos que disfruten la nueva sección y recuerden enviarnos en Facebook, Twitter o en la sección de comentarios del blog sus opiniones, amenazas de muerte o recomendaciones.