Rough Cut: My Dog Tulip (2009), la poética de lo escatológico

Por Mario NC

Aunque les parezca difícil de creer, debo decir que no me considero un amante de los perros. Dicho lo anterior, aclaro que no los odio y, en definitiva, tampoco creo en esos estereotipos que los pintan como babeantes retrasados mentales. El perro es por antonomasia el animal doméstico más importante de la civilización humana. Razón que nos ha llevado a representarlos en el arte y la literatura de numerosas formas.

Lo que sigue es bastante discutible, pero creo que la versión más icónica del «mejor amigo del hombre» sigue siendo la presentada por Disney en los 101 Dálmatas. Memorable villana aparte, la película nos muestra al perro como un animal antropomorfizado, higiénico, leal y heroico, combinando la ternura post-Bambi con el imaginario heroico de Rin Tin Tin. Y hay que decirlo, cualquiera que haya tenido un perro en algún momento de su vida estará de acuerdo conmigo en que este retrato idílico está muy lejos de la realidad.

Si intentáramos crear una visión «realista· de lo que significa ser dueño de un perro, entonces el resultado sería algo como My Dog Tulip (2009). Basada en las memorias del autor queer J. R. Ackerley y animada en su totalidad por el director Paul Fierlinger y su esposa bajo un escaso presupuesto, ésta pequeña película animada refleja con honestidad la realidad del mundo animal. Porque no podemos darle vueltas al asunto, por más que intentemos darles rasgos humanos, por más compleja que sea la psicología «perruna», la realidad es que los perros (como cualquier otro animal, incluido el ser humano) centran toda su existencia alrededor de los tres grandes actos de supervivencia: comer, cagar y coger. Y es a través de esta aparente simpleza, de esta dualidad de lo escatológico como pureza espiritual, que Ackerley crea un vínculo con su perra Tulip (descrita como una total bitch). Un vínculo que es imposible de encontrar en otro ser humano. De esta forma, el ocaso de la vida de Ackerley es enmarcada alrededor de la honesta lealtad de la necia (como una mula) perra Tulip y sus peripecias fluido-corporales descritas de forma obsesiva y repetitiva a lo largo del todo el metraje. Al final, el perro es el recuerdo ancestral impoluto del instinto y el placer, de lo que perdimos al pasar de la naturaleza a la civilización.

Es evidente que Fierlinger trabajó con recursos limitados. La animación es por momentos abstracta, incompleta, dando un efecto impresionista que intercala movimientos casi fotorealistas con secuencias realizadas con garabatos (es decir, bolitas y palitos)  para representar diferentes tonos y atmósferas. Por ejemplo, casi todas las escenas que tratan sobre la vida reproductiva de Tulip son realizadas en el segundo estilo y son, por cierto, los momentos mas graciosos (Tulip es dibujada con vestido virginal y actitud infernal). La narración del legendario Christopher Plummer eleva exponencialmente el humor absurdo y muy británico de la cinta, dotando al resultado final de una elegancia que pocas películas animadas pueden presumir hoy en día.

My Dog Tulip es una película difícil de describir o recomendar. Es el ejemplo perfecto de una animación para adultos: es excéntrica, desigual y no es para todos los gustos. Es una curiosidad que vale la pena ver, al menos una vez. ¿Se la recomendaría a los amantes de perros? Es una buena pregunta y creo que no tengo la respuesta. Es hora y media de floridas descripciones de caca y perros en celo. Ustedes decidan.

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